
San Juanes: una fiesta popular que nunca falla
La producción y dirección de Sara Motta volvió a dar que hablar: en la calle, mientras la gente esperaba la quema del muñeco; al día siguiente, en los bares y cafeterías; y en las redes, que estallaron al ver al Judas Kái caracterizado como el presidente Milei.
Dos días antes de este evento, que se realiza religiosamente cada 23 de junio por la noche, ya se empezaba a palpitar la intriga. Sin embargo, entre quienes hacían fila para retirar hasta tres entradas por persona para alguna de las cuatro funciones, circulaba por lo bajo la idea de que la personificación del Judas Kái caía de maduro. En un año en que el Instituto Nacional del Teatro está siendo reformateado por el gobierno nacional, la figura de Milei resultaba una ficha cantada. No había lugar para medias tintas: el embate oficial contra el teatro independiente encontró una respuesta igual de contundente.
Una hora antes del inicio de la primera función, el elenco ya estaba listo y coordinaba todo para que, a las 20, se levantara el telón. Afuera, en cambio, los stands de la feria que albergaría a quienes aguardaban la medianoche recién comenzaban a instalarse. Tarot, sahumerios, tiendita peronista, libros, comidas, bebidas y rituales típicos de San Juan decoraron la noche y acompañaron la espera.
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La euforia en la fila al entrar, la verborragia para analizar lo visto al salir, la perplejidad al descubrir el muñeco y la necesidad de amucharse contra un frío constante se repitieron durante las cinco horas en que miles de personas visitaron Pedro Méndez 2260. Allí, dentro y frente al Centro Cultural Comunitario El Galpón, cada año se reviven rituales y ocurren sucesos tan sorprendentes como recurrentes. No importa si alguien presenció las 27 ediciones en que La Murga de la Estación celebró esta fecha pagana: nunca cansa ver arder al muñeco al resonar de los tambores y candombes, entre el baile de la muchedumbre.
Pero hay otra magia ahí: la de un colectivo variopinto que grita a viva voz verdades que otros apenas se atreven a admitir en la cofradía de una amistad, de un vínculo o de una pareja. La denuncia social ocupa el lugar de protagonista en el guion.
San Juan, LaIA y Adorno: los principales
El personaje del “Santo” siempre fue el predominante en estos 27 años de obra teatral. Es el protagonista de la noche, aunque no necesariamente el que más texto tiene ni el más iluminado. Este año, sin embargo, LaIA —una secretaria virtual contratada por el Santo para eficientizar y reducir costos— se robó parte de la atención. La crítica al vínculo precoz de la sociedad con la inteligencia artificial, que resuelve tareas cotidianas, busca creatividad y sustituye intentos de razonar o recordar algo, resultó clara: no funciona para todo. Puede parecer eficaz para ciertas minucias, pero jamás logra reemplazar a La Secretaria, ese personaje gasallesco que interpreta Silvia Nudelman.

LaIA encarna cómo la holgazanería nos empuja a caminos más largos que el que, sabiéndolo efectivo, evitaríamos. La búsqueda de no hacer algo por nuestros propios medios termina, casi siempre, en la titánica tarea de intentar corregir a una máquina que procesa algoritmos y devuelve respuestas probables, pero nunca cabales.
Adorno, que repitió aparición por segundo año consecutivo, no debe confundirse. Es una caricatura del recientemente electo legislador porteño Manuel Adorni. Baja los mensajes de ajuste, del “curro de la cultura” e intenta presentar como un gasto injustificable el trabajo colectivo de un centenar de personas que, una vez al año, expresan malestares sociales desde la creatividad y el paroxismo. Este muñeco también se enfrentó dialécticamente con jubilados, infancias, trabajadores de la educación y periodistas; todos representados en sketches conmovedores, como los que elijo como centrales.

Al cierre de la obra, en la simulación del mítico cruce de brazas, la Murga recordó su reclamo más histórico. “Los guionistas”, un grupo de personajes de este sketch, enumeraron un sinfín de problemáticas sociales que, por vigésimo séptimo año consecutivo, se animaron a denunciar. Y, una vez más, pidieron por un galpón, recordando que el terreno original —donde se realizó la primera obra de San Juan, allá por 1999— fue expropiado para avanzar con las obras complementarias de la represa Yacyretá. Ese reclamo sigue sin respuesta.
Pepe y el Papa
Sin atender al orden que dispusieron Sara Motta y Guillermo Echenique desde la dirección, quiero detenerme en uno de los momentos más emotivos de cada una de las seis funciones que lleva la obra, a la espera de la Yapa que pondrá puntos suspensivos hasta 2026. Grandes títeres parece, a primera vista, una referencia a otros personajes parodiados a lo largo de la noche, pero no lo es. Dos grandes figuras se adelantaron al telón negro del galpón y, mate en mano, reflexionaron sobre porvenires y pormenores.
Pepe Mujica y el Papa Francisco —dos de las grandes pérdidas de Occidente y del mundo en 2025— fueron homenajeados en un fragmento que, aunque incluyó gags cómicos, apeló esencialmente a la emoción. El público —al menos en las funciones que pude presenciar— no escatimó aplausos, lamentos, sollozos ni sonrisas. Las personificaciones de estos líderes populares conversaron sobre identidad colectiva, amor, solidaridad y la búsqueda de un futuro mejor, construido desde la organización popular. Muy a contramano de los tiempos que corren, y fieles a la impronta de los personajes retratados, alentaron a pensar distinto, a rebelarse y a amar al prójimo, sin temor a la correlación de fuerzas ni a la mirada sesgada de los adversarios.
El palito a la política provincial
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Otro de los pasajes icónicos de la obra, que tan bien ilumina Ailyn Zayas, fue la parodia al funcionamiento de la Cámara de Representantes. El órgano deliberativo de Misiones fue foco de atención en los últimos meses por varios episodios: la presencia del ahora exdiputado Germán Kiczka —condenado junto a su hermano por tenencia y facilitación de MASI—, el casamiento entre Pedro Puerta y Karen Fiege —él opositor, ella oficialista— que derivó en la renuncia de esta última, las recurrentes vacaciones de los 40 legisladores, entre quienes destaca “el driver”, y la inminente recomposición parlamentaria que, desde diciembre, dejará inestable la mayoría oficialista.
La caricatura mostraba un conjunto variopinto de personas que discutía de manera aparatosa, explícitamente “para la tribuna”, bajo la atenta mirada de dos personajes: el Hombre Motosierra —en su segunda aparición sanjuanera— y un misterioso hombre de casco negro. ¿El driver? Todo indica que sí. Ante cada paso en falso, el pleno miraba con temor hacia ese rincón. Ellos, el driver y la motosierra, daban el visto bueno o condenaban con un gesto.

Leonardo Kiczka, padre de uno de los condenados, deslizó en el juicio contra su hijo que una de las razones de su condena era haber “nunca querido votarlo a él como presidente de la Cámara”. Ante la repregunta de un periodista de LN+, no dudó en dar nombre: Carlos Rovira, el monje que aún ordena los resortes de la política provincial.
Más allá de las incógnitas, la aparición de “la parejita” fue indiscutible para terminar de delinear un mensaje claro sobre este cuerpo deliberativo: un show de debates para las cámaras, con connivencia cuando se apagan los reflectores. Insoslayable: un gag sobre “yellow”, preso igual que Kiczka, pero —según el sketch— “no es lo mismo, eh”.
La salida y la quema
Irónicamente, por cómo está organizada la entrada a El Galpón, una de sus integrantes más antiguas, apodada “la Gringa”, condujo al público al final de cada una de las cuatro funciones del 23 de junio con un mensaje repetitivo: “la salida por hoy es por la derecha”. Mientras las casi 200 personas que colmaron El Galpón en cada función se disponían a salir, otro número equivalente aguardaba su ingreso para la siguiente. La Gringa repitió esa frase más de un centenar de veces, arrancando risas y sorpresas en buena parte del público.
Pasada la una de la madrugada del 24, ya en pleno San Juan, el elenco copó la calle Pedro Méndez y rodeó al Judas Kái. Tambores y canciones alusivas acompañaron el momento en que dos integrantes encendieron el muñeco, gritaron “¡Fuera Milei!” y desataron la danza murguera entre los miles que resistieron el frío de 3°, un lunes, lejos del próximo sueldo.
Fotos cortesía de la Murga de la Estación.
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