
Semillas, resistencia y comunidad: crónica de la fiesta provincial en Pozo Azul
El 13 de septiembre se realizó, en el galpón de la Municipalidad de Pozo Azul, la Fiesta Provincial de la Semilla Criolla. El encuentro fue organizado por diversas organizaciones territoriales, entre ellas el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), la Asociación Civil de Comunidades Campesinas para el Trabajo Agrario (CCTA), comunidades Mbya y el Instituto de Educación Agropecuaria n.º 17 (IEA 17). También participaron la UTT–PIP de Puerto Piray, la Red de Agricultura Orgánica de Misiones (RAOM) y una delegación del MST de Seberi, RS, Brasil.
Crónica de la Fiesta Provincial de la Semilla Criolla
El 13 de septiembre se realizó, en el galpón de la Municipalidad de Pozo Azul, la Fiesta Provincial de la Semilla Criolla. El encuentro fue organizado por diversas organizaciones territoriales, entre ellas el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), la Asociación Civil de Comunidades Campesinas para el Trabajo Agrario (CCTA), comunidades Mbya y el Instituto de Educación Agropecuaria n.º 17 (IEA 17). También participaron la UTT–PIP de Puerto Piray, la Red de Agricultura Orgánica de Misiones (RAOM) y una delegación del MST de Seberi, RS, Brasil.
La convocatoria fue diversa y amplia. Así quedó plasmado en la apertura, cuando una abuela Mbya bendijo el evento y compartió la enseñanza de que la semilla es parte del territorio y del espíritu: las semillas son Ñande Valores, nuestros valores. La bendición continuó con el párroco Carmelo, de la iglesia local, y con un pastor evangélico.

Hacia las 10 de la mañana ya había alrededor de 150 personas en el tinglado municipal, llegadas desde distintos puntos de la provincia: de Iguazú a San Ignacio, desde la costa del río Uruguay hasta el Paraná.
En ese momento tomaron la palabra referentes zonales. Inició Wilmar Vaz, quien agradeció la presencia y la organización. Luego habló Luisa, quien afirmó: “Un productor que no guarda la semilla no es productor”. A su turno, Eugenio Leste recordó: “Al principio nosotros acá éramos los intrusos; ahora nos dicen ciudadanos, pero siempre continuamos nuestra lucha y nuestro trabajo”. También intervino Valdir Barbosa: “Quisiera que tengamos una remera sola: la agroecología”. Y agregó: “En los parajes no hay maquinaria”.
Para quien no conozca la historia reciente de esta parte de la provincia, quizá estos nombres no digan demasiado. Sin embargo, son guardianes no solo de semillas, sino de una historia de luchas que comenzó en 1991 con la disputa por la tierra contra la empresa “Inter”. Esa lucha tuvo un punto de inflexión con la Ley de Colonización y Arraigo de 2004, que permitió la expropiación de miles de hectáreas en favor de familias campesinas, concretadas recién en 2013 con su reglamentación , tras 44 días de corte de ruta. Fue una conquista hecha con un pie en la ruta y el otro en la tierra: trabajando, produciendo alimentos y guardando semillas. Aquel fue un punto de inflexión, no de finalización. La lucha continuó. Wilmar, Luisa, Valdir, Eugenio; constituyeron diferentes organizaciones territoriales como la CCTA, las cooperativas “unidos ruta 20” y “Unión Campesina”, a través de las cuales vehiculizan su producción y acceden a proyectos.

A continuación se realizó una rueda de intercambio de experiencias con los ejes tierra, educación y producción agroecológica. Abrió el abogado José Luis “Cachorro” Fuentes: “Las y los abogados no ganamos la tierra; la tierra la gana la gente luchando”. Se hizo un repaso de aquella lucha para hilar con los sucesos actuales, dado que los conflictos continúan en la zona. En este punto tomó la palabra Nuria Lantos, docente y referente del IEA 17, quien fue víctima de un atentado hace pocos días. Compartió la experiencia de construir una escuela agrotécnica desde el empuje y la convicción, con la claridad de que la educación debe acompañar la lucha por la tierra, porque con la tierra sola no alcanza. Además se destacó el rol de la escuela en el arraigo rural, ya que los establecimientos educativos permiten retener a los jovenes de las chacras en vez de expulsarlos a las ciudades. Se establecieron pautas de trabajo en torno a la producción y conservación de semillas.
Las protagonistas: las semillas y la cultura
Hubo un almuerzo comunitario y un espacio para el intercambio de semillas entre las y los participantes. Conservar variedades de maíz evitando su cruzamiento, reconocer el punto justo de cosecha de una semilla de hortaliza o saber el mejor uso para cada poroto es un saber inmenso e invaluable. La diversidad presentada es sinónimo de esfuerzo y cariño cotidiano por este bien precioso. Quienes sostienen estas prácticas están ahí, en las comunidades y en los parajes más profundos de la provincia. Las semillas —ya sean granos, estacas, barazos o bulbos— colmaron las mesas y dejaron ver el orgullo de un sector que se sabe parte de una historia viva y que, por eso mismo, seguirá escribiéndola. un sector que no necesita certificados para garantizar que sus alimentos son sanos y soberanos.

Las chacras, los parajes y las colonias no son solo lugares de trabajo: siempre hay lugar para la cultura. Participaron grupos locales, y muchas parejas aprovecharon para bailar corridos y vaneroes típicos de la zona. El grupo de danzas folclóricas Juana Azurduy aportó más color, y el cierre estuvo a cargo del grupo local Cumbia Piray, integrada por “gente de afuera”, “porteños”, “transplantados”, aquella gente que migró de la ciudad al medio rural, y poco a poco se incorpora a esta historia.
Cuando llegó la hora, el desarme y la limpieza fue una tarea comunitaria, donde todos aportaron lo suyo, porque todo fue realizado de esta forma, autogestiva con mínimo apoyo estatal. A medida que la gente se iba retirando, podía verse en los rostros la alegría por la jornada vivida; alegría, propia de una fiesta popular, una Fiesta Provincial de la semilla Criolla, una fiesta comunitaria, autogestionada y colectiva, practicas tan bastardeadas en esta época pero que resultan necesarias para poder pensarse en conjunto, imaginar soluciones y plantear nuevos problemas.