
Ópera prima con corazón misionero: así se rueda Buenas intenciones
En plena crisis cultural, un grupo de estudiantes universitarios impulsa un proyecto cinematográfico independiente, hecho con recursos limitados pero gran convicción. Se trata de Buenas Intenciones, la primera película colectiva realizada 100% con talento misionero.
La obra está dirigida por Clara González D’Amico y Mauro Cardozo, quienes, junto a un equipo técnico integrado por estudiantes de segundo y tercer año, egresados y colaboradores, apostaron por un proyecto que comenzó a gestarse en 2024, con la escritura del guión y la planificación técnica, y que continúa desarrollándose de manera colaborativa, y culmina en octubre de 2025.

El largometraje narra la historia de dos personas que se conocen después de provocar accidentalmente la muerte de alguien más, y a partir de ese hecho trágico se desarrolla un vínculo inesperado. Con este punto de partida, el grupo encara un relato que combina lo íntimo y lo colectivo, filmado enteramente en Misiones, en un momento donde hacer cine se vuelve un verdadero acto de resistencia.
Rodar en Misiones en tiempos adversos
“Es mi primera vez dirigiendo un largometraje. Al igual que todos mis compañeros, es la primera experiencia de un trabajo tan masivo para todos. Ha sido bastante complicado, pero también muy satisfactorio. En un contexto tan adverso, tener la posibilidad de llevar adelante un proyecto grande desde Misiones nos demuestra que, aunque falten recursos, lo que sobra es voluntad y compromiso.” —dijo Clara González a Mandioca.

Además del trabajo técnico y narrativo, el equipo asumió un fuerte compromiso colectivo: aprender haciendo, desde abajo y en comunidad. La película representa no sólo una ópera prima, sino también una experiencia de formación mutua, donde cada rodaje se convierte en instancia de aprendizaje.
El desafío de narrar a dos miradas
“El proceso de dirección fue compartido. Era la primera vez que yo trabajaba con alguien más en la dirección, y lo hicimos siempre de forma conjunta, cara a cara, sin egos de por medio. Cada decisión fue debatida y tomada en conjunto, aprendiendo mutuamente. Eso hizo que la experiencia sea más enriquecedora todavía.” —explicaba Mauro Cardozo, codirector de la obra.
El cine como gauchada, una productora nacida de la solidaridad
La productora ejecutiva, Magalí Bustos, cuenta que Gauchita Produce nace de una idea muy simple: el cine se hace en comunidad. “La productora Gauchita Produce nace de las ganas de hacer y de saber que el audiovisual se construye entre todes. Uno siempre necesita ese amigo que te haga la gauchada, y entre todos nosotros somos ese grupo de gente que se junta para hacer y hacernos la gauchada entre todes. Hay mucho esfuerzo, mucho sacrificio de parte de todo el equipo, porque no solamente ponemos el cuerpo en lo que es el rodaje, sino que es un esfuerzo constante para mantener la producción de la película y sostener el rodaje en sí.” —explicó Bustos.
Quiénes hacen posible la película
La producción cuenta con un equipo técnico de aproximadamente 30 personas, organizadas en distintas áreas clave como dirección de arte, dirección de fotografía, sonido, producción y montaje. Uno de los aspectos más destacados del proyecto es que todas las cabezas de área técnica están lideradas por mujeres, quienes con creatividad y compromiso demuestran en este trabajo el protagonismo femenino en la construcción de cine, una industria históricamente masculinizada. A lo largo del proceso, se sumaron más de 50 personas, incluyendo al elenco, profesionales que brindaron su apoyo, amigos que prestaron material, colaboradores que se sumaron como extras e incluso aquellos que se encargaron de tareas como cebar mate durante el rodaje. El trabajo en conjunto de todas estas personas ha sido fundamental para el éxito del proyecto.

“Nosotros al momento de definir el equipo y las cabezas de área lo hicimos por votación, y terminó siendo que todas las cabezas de área fueran mujeres. Eso nos parece muy valioso y es un reflejo del cine que queremos construir: colectivo, diverso y con voz femenina en lugares de decisión.” —Explicó Bustos al equipo de Mandioca.
Crear sin presupuesto, crear igual
“Creo que una de las principales dificultades es la falta de presupuesto real, de contar con plata para sostener la producción. Tenemos la suerte de tener los equipos de la facultad y el apoyo de compañeros que se quisieron sumar, pero aun así el esfuerzo es enorme. No solo en el rodaje, sino en sostener todo el proceso productivo. Eso te obliga a inventar soluciones, a apoyarte en el grupo y a entender que el cine independiente se hace con sacrificio, creatividad y comunidad.” —reflexionaba Clara González.
Cine nacional desde los márgenes
El proyecto cuenta con el acompañamiento institucional —aunque no financiero— del Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM). Sin embargo, los alcances de dicho apoyo se ven limitados por un problema estructural: el desfinanciamiento sistemático de la cultura a nivel nacional. La falta de una política estable hace que el organismo provincial no pueda respaldar económicamente a iniciativas independientes que quedan fuera de las escasas líneas de fomento disponibles.

La paradoja es que, mientras Misiones consolidó en los últimos años una identidad cinematográfica singular, con relatos que nacen lejos de los grandes centros de producción, ese crecimiento se ve condicionado por un contexto en el que los recursos escasean y las instituciones carecen de herramientas para acompañar. La comunidad audiovisual sostiene lo que el Estado desatiende, pero el costo recae sobre quienes trabajan sin garantías ni incentivos reales.
Propuestas como Buenas Intenciones reafirman que el cine independiente sigue vivo y que encuentra nuevas formas de hacerse posible. Lo que estos jóvenes están haciendo es más que un ejercicio universitario: es una forma de decir “seguimos creando”.
Porque cuando la cultura peligra, la respuesta más poderosa es el acto creativo. Cuando los fondos desaparecen, aparece la voluntad. Y cuando el contexto empuja hacia el silencio, estos jóvenes eligen contar una historia.
Buenas Intenciones es la prueba de que el cine argentino no se rinde. Cambia, se adapta, se reinventa. Y en Misiones, toma forma con acento local y mirada universal.